Mi mejor Noche Buena: Con Miguel Balbuena y su mujer Idalia lloramos, pero también reímos

Vida
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Mi declaratoria en rebeldia continua hasta tanto pueda ayudar a Miguel para que pueda recuper la vista y a Idalia para que pueda volver a caminar.













































































Johnny Alberto Salazar

NAGUA.-En momento que hacia un articulo que publique el día 24 sobre las condiciones del periodista Miguel de la Cruz Balbuena y la critica situación en que se encuentra su esposa Idalia, les confieso que en mas de una ocasión tuve que dejar de escribir para llorar.

Llorar porque Miguel esta ciego e Idalia esta invalida.

Llorar porque de ellos nadie o muy pocos se acuerdan que existe.

Llorar porque muchos aceptan invitaciones para participar en cenas, comidas, desayunos y bebentinas con motivo de la navidad y no se dan cuenta de que en esos mismos escenarios, hace apenas poco tiempo, también asistían Miguel e Idalia.

En fin, llorar porque “sus amigos” ya no se acuerdan que por casi 30 años estuvo sirviéndole al pueblo desde distintos medios nacionales y locales.

Les insisto que llore en múltiples oportunidades, pero insistía en terminar el artículo para decirle a Miguel y a Idalia que quería compartir con ambos mi pedazo de pollo y mi pedazo de pan y así fue.

LES CUENTO

Poco después de tal publicación http://vidafm901nagua.blogspot.com/2009/12/me-declaro-en-rebeldia-el-periodista.html me llamaron docenas de personas que también me dijeron que habían llorado.

Me llamo gente para solidarizarse con Miguel, de quien tanta gente ser sirvió durante tres décadas.

Las llamadas provenían de muchos sitios del país y los correos electrónicos llovieron de todas partes.

Lo mismo ocurrió cuando trate el tema en el Resumen de Noticias que hago por Vida FM 90.1. Muchos terminamos llorando de tal forma que no pude concluir con la lectura del artículo por lo que fue necesario pausar con un tema titulado ¿Dónde están esos amigos?.

Desde Samana me llamo el coronel Eulogio Taveras, jefe comandante de la Policía en esa ciudad.

Me dijo que no conocía tal situación de Miguel y que vendía a Nagua porque también quería compartir.

Me llamo Napole Jiminian y también me dijo algo similar.

LA LLAMADA DE GENRIS GARCIA

El periodista Genris García, director del diario digital Vigilanteinformativo.com me escribió y me dijo, “Coño, me ha hecho llorar con ese articulo sobre mi amigo Miguel Balbuena”.

“No sabia que estaba en esas condiciones, debemos ayudarle. Hablare con Aurelio Henríquez para que con Colegio de Periodista cobra todo lo necesario para que vuelva a mirar”, insistió.

“Tan pronto llegue a la casa de Miguel, dale un fuerte abrazo de mi parte y pónmelo al teléfono”, termino diciéndome Genris, entre lagrimas.

Pues bien.

Evaluamos lo que debía ser elemental para compartir la cena.

En mi guagua montamos todo, incluyendo una buena parte de la familia compuesta por mi esposa Ana y tres de los muchachos.

Al llegar a la humilde vivienda, lo primero que hice como es normal fue darle el abrazo que le mando Genris y luego comunicarle vía telefónica.

A ambos, como se observa en fotografías les ví reír.

Parece que Genris les decía cosas buenas que les generaban aliento en medio de la critica situación.

El coronel Taveras y el ingeniero Napole Jiminian, se percataban más a fondo sobre la situación.

EL MOMENTO DE LA CENA

Al llegar el momento de la cena, hubo de todo.

O casi de todo lo necesario como para que fuera cambiada la cara de angustia que tenia esta familia.

Napole Jiminian hizo la oración para bendecir los alimentos.

Miguel Balbuena, a quien siempre le ha gustado un trago de alcohol, esta vez no pudo saborear nada.

Tenía reservada una malta de esa que tiene como slogan “toda la fuerza que necesita”.

Con los demás brindamos con un trago de un vino dulce del tipo “Gladiador”.

Como en aquella ocasión que Jesucristo estuvo en la tierra, el pan y el pollo que multiplico de tal forma que alcanzo para todos y hasta sobro y mucho.

Dejamos atrás las lagrimas, recordamos momentos buenos y nos despedimos con la esperanza de que algún día Miguel pueda volver a ver, pues ya hay cinco probabilidades para tratarle con médicos especialistas.

Me he sentido feliz porque pude cumplir con una de mis mejores metas del año.

Poder compartir un pedazo de pan y un pedazo de pollo con este hombre ciego y olvidado.

Y sobre todo porque pude darle un fuerte abrazo y desearle: FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO.

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