POR LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

Vida
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Por el Padre Rogelio Cruz

Con motivo del DIA Internacional de Trabajo, queremos estar cercanos de las alegrías y las angustias de los trabadores y trabajadoras. y sus familias, especialmente de quienes sufren por no tener un empleo o soportan unas condiciones de trabajo que imposibilitan una vida digna.

En este año queremos seguir llamando la atención sobre la crisis económica del sistema financiero que estamos padeciendo.

Una crisis que también es moral, ética.

Un escenario altamente corrosivo para el digno desarrollo de la vida de miles y miles de hombres y mujeres que carecen de un empleo.

Cuando está a punto de cumplirse el 30º aniversario de la publicación de la Encíclica Laborem Exercens y celebramos la beatificación de Juan Pablo II, autor de dicha encíclica, queremos proclamar la plena vigencia de su apuesta por la dignidad del trabajador; de la obligada subordinación de la economía al desarrollo de la persona; y del respeto innegociable por toda persona, imagen de Dios, en cualquier escenario socio-económico que se pueda dar.

Porque la Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la «Iglesia de los pobres». Y los «pobres» se encuentran bajo diversas formas; aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo —es decir por la plaga del desempleo—, bien porque se deprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia.(Laborem exercens, 10).

Celebremos el 1º de mayo de 2011 y hagámoslo denunciando a los culpables de la crisis y de la pérdida de trabajo; a los que echan cargas pesadas sobre los más pobres; a los que hacen que muchas personas vivan con angustia, sin seguridad…

Pero también anunciando que hay esperanza si somos capaces de organizar y orientar el trabajo productivo para que colabore en la humanización de las personas, ya que el trabajo, por su tenencia o su ausencia, sigue siendo la clave de la cuestión social.

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